Colaboración de Otra Iberia con el Diario «ABC Toledo«, en la que abordamos la Historia del Despoblado Toledano de Jumela, que ya tratamos en nuestra Web en una de sus mas populares entradas.
Fuente ABC Toledo
Las extensas regiones del interior de España están llenas de antiguos poblados que otrora estuvieron habitados. Lugares que hoy solo son un amasijo de piedras derruidas o pasto del saqueo y del abandono. El sonido del viento y de los pájaros, o el de las chicharras y los grillos en verano, es lo único que oirá todo aquel que se acerque a uno de esos despoblados, como así se llaman.
La provincia de Toledo no es una excepción, y a muchos les sonarán los nombres de Oreja (cerca de Ontígola), Caudilla (cerca de Val de Santo Domingo) o Malamoneda (cerca de Hontanar). Pero, quizá, pocos conozcan el caso del despoblado de Jumela, que se encuentra en un camino adyacente a la carretera CM-401, a tres kilómetros de la localidad de Gálvez y a cuatro de Menasalbas, término municipal al que pertenece. Circulando por esa vía entre Gálvez y Navahermosa, y antes de llegar a al cruce de San Martín de Montalbán, se divisa a la izquierda el único de los edificios que queda en pie, la antigua iglesia parroquial, construida en el siglo XIV y dedicada a la Virgen de la Asunción, de la que destaca su imponente torre.
Este templo da muestra de la importancia que tuvo este núcleo poblacional. Felipe Perea, licenciado en Humanidades, investigador y creador de la página web «Otra Iberia», destaca a ABC que, «pese a su absoluto abandono, no deja de ser paradójico que Jumela sea uno de los enclaves más antiguos de toda la comarca de los Montes de Toledo, pues ya en el siglo XII se conoce de su existencia».
Según explica Perea, Jumela fue posiblemente fundada por cristianos mozárabes como villa de repoblación en la zona limítrofe con las posiciones musulmanas en la Península Ibérica. Sin embargo, otras fuentes afirman que pudieron ser incluso repobladores francos llegados a Toledo con Alfonso VI los que la ocuparon, junto con mozárabes, tras la cesión de estas tierras por parte del monarca.
Durante el reinado de Felipe II, llegó a contar con más de 500 almas y como propietario constaba el duque de Uceda, aunque la decadencia del asentamiento fue paulatina. En 1826, el Diccionario Estadístico de España y Portugal expone a Jumela con 11 vecinos, 49 habitantes y una parroquia, y su tierra es descrita del siguiente modo: «Fría y rasa, y en ocasiones enfermaba (…) siendo pobre en leña, con poca caza».
«No deja de ser curioso que a finales del siglo XVII la localidad se despobló y no se volvió a poblar hasta 1790, con lo que su despoblación era ya endémica», señala el investigador toledano, quien achaca su abandono paulatino, en gran medida, a las epidemias que azotaron la zona. Esto hizo de Jumela «un lugar insalubre», en opinión de Perea, unido a que a finales del siglo XVII hubo una crisis económica en todo el país, acrecentada por las malas cosechas, la presión fiscal.
SOS a las administraciones
Ya a finales del siglo XIX aparece como «Despoblado de Menasalbas» en varias fuentes documentales y totalmente deshabitado. Como consecuencia, los edificios de Jumela se fueron arrumbando y derrumbando, y sus materiales de construcción comenzaron a ser utilizados como separación de tierras, empedrados y construcción de casas de pastores y labor.
El único testigo de lo que un día fue Jumela es su iglesia, cuyos muros ruinosos han resistido el paso del tiempo, a la espera de que alguna administración evite que se derrumbe y antes de que se convierta en un montón de piedras.